En 2019 Mateo Acosta -hoy delantero de San Martín- jugaba en Guillermo Brown de Puerto Madryn, equipo que había viajado a Buenos Aires a realizar una pretemporada. Cuando llegaron al hotel se dieron con que allí también estaba parando el plantel de fútbol femenino de Boca. Una de sus integrantes era Camila Gómez Ares. El flechazo fue casi inmediato y desde allí el delantero y la mediocampista no se separaron más.
Eso sí: las salidas de novios fueron diametralmente opuestas a las de cualquier pareja común. “Tenemos más citas en una cancha de fútbol que en un cine, por ejemplo. Cuando vivíamos en Buenos Aires y una noche había algún partido lindo, íbamos a verlo. Es así, en nuestra casa se respira fútbol 24/7”, dice el goleador, que desde Tucumán sigue de cerca el andar de Camila.
Los números desnudan la falta de eficacia en San MartínElla comenzó su carrera en River, jugó en UAI Urquiza, fue figura durante ocho años de Boca y cuando a Mateo le tocó ir a Chile, ella lo acompañó y hasta se transformó en una pieza clave de Universidad de Concepción. “Cuando fui a Huachipato la idea era que ella pudiera tener algún lugar en donde jugar. En aquel momento, el equipo femenino de Huachipato peleaba el descenso y Camila necesitaba competir porque estaba en la Selección. Fue a Universidad de Concepción y todo salió perfecto. Tuvo seis meses increíbles, convirtió 13 tantos, era la goleadora del torneo y todos hablaban de ella. Eso fue clave para pudiera llegarle la convocatoria al Mundial”, describe Acosta.
El jugador del “santo” acompaña a la distancia cada paso de Gómez Ares en el Mundial que está disputándose en Australia y Nueva Zelanda. Si bien ella aún no jugó ni un minuto en la máxima cita (estuvo en el banco en los duelos contra Italia y Sudáfrica), está viviendo una experiencia soñada. “Es algo increíble. La peleó mucho para conseguir esto y que se le haya dado, para mí es un orgullo. Tengo una gran satisfacción porque vi cómo luchó por su sueño”, dice el ex Brown de Adrogué, al que se le hizo un nudo en la garganta cuando vio llorar a Camila en el momento del Mimno nacional, antes del juego contra las africanas.
“Fue muy emocionante. Se merece todo lo que está viviendo. No pudimos hablar demasiado por el tema de la diferencia horaria, pero lo que me contó es tremendo. Jugar un Mundial es algo inmenso. Es una realidad totalmente diferente; es el ‘mundo FIFA’ y todo es igual a lo que vivían los jugadores durante Qatar 2022, por ejemplo. Una gran organización, viajes, entrenamientos, canchas perfectas. Además es en Oceanía; un lugar que ella no conocía y que tiene otra cultura, otra manera de vivir. Está disfrutando lo máximo a lo que puede aspirar un futbolista”, destaca Acosta.
San Martín se enfrentará con Agropecuario que, cual camaléon, cambia según la ocasiónMateo sueña con que Camila juegue el miércoles contra Suecia y que Argentina pueda dar el batacazo para quedar en la historia. “Veo bien al equipo. Suecia será un rival dificilísimo, pero las chicas pueden dar el golpe. Ojalá así sea porque ‘Cami’ es tan buena futbolista como novia. Se merece esto y mucho más”, advierte uno de los protagonistas de esta historia de amor que escribió el fútbol.